En su última entrevista con la revista inglesa Uncut, Lars Ulrich y Kirk Hammett, batería y guitarrista de Metallica, han hablado sobre el que podría considerarse su álbum más exitoso a nivel comercial, el 'Black Album' de 1991. Durante la charla, los artistas han reconocido cuáles fueron sus influencias a la hora de virar en su sonido con este trabajo, entre ellas las leyendas australianas AC/DC.
Como puede que recuerdes, Metallica venía de haber editado el disco de 1988, '...And Justice For All', que les supuso su primer gran éxito comercial, sobre todo con "One", tema que, además, llevaba el primer videoclip de la banda. Sin embargo, en 1991, los de San Francisco superarían todas las expectativas al volverse un verdadero fenómeno mundial de la mano de himnos como "Enter Sandman" o "Nothing Else Matters", pero también de canciones de la calidad de "Sad But True", "The Unforgiven" o "Wherever I May Roam".
"Habíamos terminado con '...And Justice For All' y con los consecuentes dos años de gira, y no podíamos seguir por ese camino", admite Ulrich. "Nos habíamos dado contra un muro. La última canción en el disco era 'Dyers Eve' y dura seis o siete minutos, repletos del rollo más progresivo y distinto que Metallica es capaz de ofrecer. Después de tocar todas aquellas canciones en la carretera durante un par de años, supimos que teníamos que comenzar desde el principio".
Kirk Hammett, entonces, explicó lo que hizo la banda una vez decidido que no iban a seguir en la misma dirección: "No fue un disco fácil de hacer porque queríamos un sonido muy concreto. Queríamos que todo saliera lo mejor posible a nivel sonoro, pero también en lo que se refería a la calidad de las canciones y a cómo las interpretábamos. Así que fuimos y -creo que yo soy el primero que menciona esto- hablamos sobre sacar un disco parecido al 'Back In Black' de AC/DC, un LP lleno de singles. Ese era el concepto, el de canciones que suenan como singles, pero que no los son".
"Nos sentamos y pensamos en los trabajos de Misfits, AC/DC y The Rolling Stones", admite Lars Ulrich. "Pensamos sobre cómo simplificar las cosas y componer temas más cortos. Es más difícil componer una canción corta que una más larga. Este nuevo desafío era hacerlas así, más sencillas. Necesitábamos más equilibrio y que nuestra música fuera más física que cerebral".
Eso sí, para esta tarea, Metallica necesitaba sangre nueva, alguien que entendiera lo que la banda necesitaba. Ese hombre fue Bob Rock, con el que la banda terminaría trabajando hasta llegar a un punto muerto con el malogrado 'St. Anger'.